VIDAS SUPERVISADAS
Convivir con un controlador puede tener sus ventajas. "Hay parejas muy bien avenidas en las que uno maneja las cuentas o planifica los viajes y el otro lo agradece porque detesta ocuparse de eso. Se complementan", ilustra Pittaluga. Sin embargo, en otros hogares ese rasgo es un dolor de cabeza permanente.
Convivir con un controlador puede tener sus ventajas. "Hay parejas muy bien avenidas en las que uno maneja las cuentas o planifica los viajes y el otro lo agradece porque detesta ocuparse de eso. Se complementan", ilustra Pittaluga. Sin embargo, en otros hogares ese rasgo es un dolor de cabeza permanente.