viernes, 23 de octubre de 2009

Evadirse...


La palabra evadir tiene varios significados:
Evitar con habilidad una dificultad, un daño o un peligro.
Fugarse, escaparse. Distraerse, olvidarse de las preocupaciones.


En este blog me interesa afrontar la última de ellas (Fugarse, escaparse, distraerse, olvidarse de las preocupaciones). Muchas personas recurrimos a este instrumento mental, cuando agobiados por las circunstancias, no sabemos cómo actuar ante los problemas o simplemente nos vemos rebasados por ellos y sus consecuencias, por lo cual, preferimos evadirlos.

Hay formas de evadir, algunas no son tan malas para la mente, algunas generan verdaderos problemas a futuro.

Hablemos de las claramente perjudiciales. Mucha gente se abandona a sí misma ante los problemas, prefiere la aparente solución fácil. Encontrar un equilibrio mental adecuado, con suficiente sensatez para saber afrontar los problemas y resolverlos de manera adecuada, controlando el estrés y sabiendo llevar las emociones como pueden ser la rabia o la tristeza, no es algo fácil, pero es algo que se debe aprender con el tiempo y la experiencia.

Hoy en día, es fácil que en la adolescencia (sobretodo) se empiece con vicios que, llegado el momento, pueden resultar en vías de escape perjudiciales. El tabaco, el alcohol, los porros o la cocaína son las drogas de uso cada vez más frecuente entre los adolescentes. Se acaban convirtiendo en una manera aparentemente más fácil de olvidar temporalmente los problemas y sentirse “bien”, aunque acaben derivando en una cantidad mayor de problemas, ya que al final el problema sigue estando ahí y hemos gastado tiempo, salud y dinero en el consumo de esas drogas, perjudicando irremediablemente nuestra salud y en ocasiones topando con la muerte.

Por otra parte existen las formas “sanas” de evadirse de los problemas. Y digo sanas, porque son formas completamente válidas de ocio y entretenimiento, muy importantes para un equilibrio adecuado en la vida de toda persona que sirven para distraernos en ocasiones… pero en una medida adecuada.

Y es que hay que tener cuidado con esto. Algunas de estas formas de ocio son altamente adictivas, y pueden acabar convirtiéndose en un importante problema. Como en todo, los excesos nunca son buenos. Hay que organizarse, dedicar un tiempo adecuado a cada cosa en nuestra vida según el nivel de importancia que le consideremos.

Si consideramos que nuestro trabajo o un videojuego es lo más importante en nuestra vida, desde luego tenemos un grave problema, pues hay quienes han llegado a dedicar más tiempo a estas actividades que a su vida social, a sus amigos, a su pareja o incluso a su familia. Cuando se dan cuenta de ello, están completamente solos y ya es muy tarde para componer el camino.

Lo mismo puede suceder con gente que se pasa todo el día leyendo, viendo la televisión o navegando por Internet. Son sólo algunos ejemplos.

Detrás de todas estas actitudes generalmente está escondida la “evasión”, las ganas de “evadirse del mundo”, refugiarse en todo aquello que nos ayude a no enfrentarnos a nosotros mismos, a lo que nos duele, a las relaciones terminadas, a nuestros miedos, a las pérdidas, a conocernos mejor y por ende, aún evadiendo, no logramos ser felices.

Hoy en día es muy fácil abandonarse al ocio en lugar de vivir nuestra propia vida, es importante tener en cuenta que parte de nuestro desarrollo como personas incluye dedicarnos a nuestra mente, a nuestro cuerpo y a nuestras relaciones sociales. Por ello, debemos mantenernos alertas a este tipo de conductas y en el momento en las que las consideremos “rebasadas” actuar inmediatamente en consecuencia para corregirlas.

Debemos enfrentar siempre los problemas y las circunstancias de la vida por dolorosas o difíciles que sean, “tomar el toro por los cuernos”, asumir las situaciones y tratar de comprenderlas, asimilarlas y resolverlas, nunca esconderlas debajo de los “tapetes”, pues cuando salgan a la realidad serán aún más complicadas, dolorosas, espinosas…

Esta actitud, (la de enfrentar los problemas), sólo la logran las personas valientes, honestas consigo mismas y con los demás; únicamente conseguiremos ser valientes si trabajamos arduamente en ello, sabiendo que hay un precio irremediable que habremos de pagar por haber sido sinceros y no evadirnos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente...

erick* dijo...

excelente.
me ha gustado mucho tu argumento sobre lo que acarrea la evasión.