lunes, 11 de marzo de 2013

Adaptarse a los cambios

Cómo superar la incertidumbre



Nunca se han vivido tiempos en los que los acontecimientos sucedieran a tanta velocidad. Y nunca ha sido tan difícil planear el futuro. La capacidad de adaptarse a los cambios, sean de la naturaleza que sean, se convierte en una habilidad imprescindible para sobrevivir con cierto nivel de bienestar emocional.


El ser humano ha vivido situaciones de cambio desde que existe. La propia naturaleza nos hace pasar de bebés a adolescentes, de adolescentes a adultos y, paso a paso, en viejecitos. También son cambios tradicionales iniciar una vida en pareja, tener hijos...

Cambios que los vivieron nuestros abuelos y que, con algunas diferencias, se siguen viviendo ahora. Pero ahora nos enfrentamos a nuevos cambios: unos sobrevenidos por la situación de crisis económica y otros por la era de la tecnología que invade el trabajo.

Con respecto a la tecnología, a menudo existe la sensación de impotencia al no saber manejarnos con todo esto. Pero salvo que exista un grave problema de aprendizaje, la mayoría de personas que se lo proponen aprenden rápidamente su manejo. Siempre hay quien se resiste, pero suele ser por pereza a modificar sus hábitos o por temor a demostrarse menos hábil de lo que quiere.

Fácil cuando se mejora
Resulta evidente que la adaptación afecta a formas de actuar y se ciñe a aspectos meramente instrumentales que cuando es necesario adaptarse a cambios que vienen impuestos y que suponen limitación más que incorporación. Nos adaptamos mejor a lo que supone mejorar que a lo que no.

En cuanto a la repercusión que tiene la situación económica en los cambios de forma de vida y de pensar de la gran mayoría de personas, la situación es de dimensiones tan extremas que la mayoría de analistas ya no se refieren a esta crisis como una más de las que cíclicamente afectaban a occidente, sino que hablan de un cambio de ciclo que implicará un retroceso en lo económico nunca antes vivido y supondrá la necesidad de aprender a vivir de manera muy distinta a como se hacia hasta hace algo más de cinco años.

Los estudios universitarios han dejado de ser garantía de mejores salidas profesionales, los empleos tienden a la caducidad, de la misma manera que las propias empresas viven en permanente incertidumbre.

El cambio más agresor lo vive, si duda, la persona que ha visto cómo su situación económica se deterioraba de manera súbita. Pasa de vivir holgadamente a verse llevando al límite de la pobreza. Se debe apuntar que, para según qué tipo de situaciones, no es posible una adaptación que no suponga sufrimiento. En cualquier caso, la posibilidad de encontrar a otras personas en la misma situación suele suponer un consuelo, ya que las experiencias compartidas pueden llegar a suponer un cierto alivio, aunque esto no supone una adaptación.


APRENDER 
Vivir es aprender constantemente y lo hacemos aunque no nos lo propongamos. Pero existen varios factores que influyen en este proceso. La edad, por ejemplo.

Cuanto más joven es una persona más capacidad tiene para asumir los cambios. Esto no supone que una persona ya mayor no esté capacitado para aprender aquello que le motiva, pero le costará un poco más.

La personalidad es otro punto a tener en cuenta. Las personas de talante positivo, con inquietudes, menos propensas a obsesionarse en lo que esta viviendo, menos nostálgicos y abiertos a aceptar cualquier tipo de trabajo están en mejores condiciones para adaptarse a la situación que les toca vivir.

La evolución del cambio también influye. Nos es lo mismo un fracaso anunciado que uno sorpresivo. Este proceso es, por su propia naturaleza, adaptador. Prepararse para lo peor no lo hace mejor, pero lo hace más soportable.


JOAN CORBELLA | BARCELONA

No hay comentarios: